El gobierno y su estrategia para denostar a Marcha Verde
>> 14 de agosto de 2018
EDITORIAL ACENTO
En vez de
invertir dinero y hacer grandes esfuerzos para opacar la Marcha Verde,
el gobierno debía sentirse halagado y satisfecho. Es la protesta más
pacífica y ejemplar que se haya dado en mucho tiempo en la República
Dominicana, desde que estas marchas se iniciaron en enero del año
pasado.
No hay que extrañar que hubo intento de
las autoridades para quitar credibilidad a los líderes de Marcha Verde.
Uno fue apresado en Moca bajo la acusación de que poseía drogas, y un
video independiente pudo demostrar que se trataba de una bajeza, pues la
droga fue colocada por los mismos agentes policiales que apresaron a
Juan Comprés (Guanchi).
El entonces Ministro de Interior y
Policía Carlos Amarante Baret, y luego el director del Departamento
Nacional de Investigaciones (DNI, Sigfrido Pared, revelaron que seguían
de cerca los movimientos del movimiento Marcha Verde y de sus líderes.
Esto quiere decir que leían sus comunicaciones privadas o las
escuchaban, para determinar si había algún dato que revelara que
conspiraban o realizaban actividades ilegales.
Nada de ello ha podido ser comprobado. El
gobierno habrá quedado ya satisfecho con las investigaciones y escuchas
que ha hecho, que en este movimiento no hay doble moral o colocarse al
servicio de fines políticos conspiradores. Lo que se dice públicamente
es lo que se reclama en privado: que haya transparencia en los fondos
públicos y que se deje de favorecer a corruptos vinculados al gobierno.
Danilo Medina expresó en un momento que
simpatizaba con los reclamos de Marcha Verde. En la medida que ese
movimiento ha crecido y ha mantenido el discurso crítico desde el
gobierno ha habido mucho esfuerzo para anular el potencial de las
marchas del movimiento verde. Ocurrió con la caravana de recibimiento de
Vladimir Guerrero, luego de ser seleccionado como miembro del Salón de
la Fama del Béisbol. Cientos de autobuses fueron dispuestos por el
gobierno para acudir al aeropuerto y regresar con una fiesta abultada,
porque ese día Marcha Verde realizó una de sus actividades frente al
Palacio Nacional, como recordatorio y conmemoración del primer
aniversario de su primera marcha del 22 de enero del 2017, que concluyó
en el Parque Independencia.
No se puede negar, Marcha Verde se ha
convertido en un dolor de cabeza para el gobierno dominicano. Sus
reclamos son difíciles de responder. Tratar de negar lo que es una
evidencia pone en ridículo a cualquier funcionario o dirigente del
partido de gobierno.
El gobierno debe sentirse halagado y
satisfecho porque estas manifestaciones no incluyen ningún tipo de
violencia, ni agresión. Los agentes policiales, destinados a preservar
el orden, comparten amigablemente con los que marchan. Los ciudadanos
que marchan no dejan basura en las vías públicas. La policía no tiene
que emplear sus macanas, ni sus gases, ni las balas contra los
ciudadanos, y casi siempre, después de las marchas hay una reflexión
sobre un documento llamado manifiesto, que se lee al final de cada
actividad.
Si las protestas dominicanas tuvieran
algún matiz violento otra cosa sería para el gobierno. ¿Tendría el
gobierno la misma política de los gobiernos de Venezuela y Nicaragua
contra las protestas de los ciudadanos? Queremos entender que eso no
sería posible. El gobierno del presidente Danilo Medina debe felicitar a
Marcha Verde y a los que protestan por ser un ejemplo de llevar la
indignación con pacifismo y limpieza.
No ha quedado bien la maniobra de la
Dirección de Información y Comunicación de la Presidencia, la misma que
firmó varios contratos con Joao Santana, de comprar las portadas de los
cinco principales diarios impresos del país la mañana de este lunes. La
idea era evitar que el verde de la protesta apareciera en primera
página. Y se decidió por la falsa portada, comprada con dinero público,
precisamente para opacar el éxito de Marcha Verde. Es lo que se intenta,
y es lo que indigna, porque son métodos de propaganda que recuerdan y
nos traen de nuevo a la memoria colectiva a Joao Santana.
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