Tiempo de hablar, presidente Medina
>> 4 de julio de 2019
Juan Bolívar Diaz.-
Una de las lecturas bíblicas más
recurridas es la del Eclesiastés 3,1-8, que nos dice que todo tiene su
tiempo bajo el cielo para los seres humanos, sin excepción,
independientemente del poder que hayan acumulado, porque al fin de
cuenta todos provenimos del polvo al que vamos a volver. Aunque algunos
no seamos más que polvo del camino que vuela azotado por el viento, y
otros puedan evolucionar a polvo de estrellas que brillan por los siglos
en el firmamento.
Un poeta filosófico como León Felipe
preferiría la metáfora de la piedra, pequeña y ligera, que rueda por las
calzadas y por las veredas, guijarro humilde de las carreteras, que en
días de tormentas se hunde en el cieno de la tierra y luego centellea
bajo los cascos y bajo las ruedas. Pero el drama nacional al que se
enfrenta el presidente Danilo Medina remite al Eclesiastés, que podría
darle algunas luces, si se toma unos minutos alejado del bullicio
circundante que lo empuja “con un aullido interminable”:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Son muchos los que creen que a
Danilo Medina se le está acabando su tiempo de gobernar, que 8 años es
bastante en la democracia contemporánea, y que el intento de
prolongarlos le va a salir muy caro a él y a la sociedad dominicana, que
ya hace rato que está pagando en incertidumbre derivante en zozobra, en
amenaza a las instituciones, en profundas divisiones políticas, incluso
en el propio partido que lo sustenta.
Como desde el poder es difícil la
objetividad, alguien tiene que decirle al presidente que cada semana y
cada día que ha pasado en la mitad de este 2019, la inflación de la
incertidumbre y el costo de la prolongación se elevan considerablemente y
que ya comienzan a poner en juego la estabilidad económica, política y
social que ha sido su mayor mérito de gestión.
También debe decírsele que acciones como
la militarización del Congreso no tienen justificación y que sólo
sirven para deteriorar la imagen de un país que depende excesivamente de
factores exógenos, como las remesas de los emigrantes dominicanos, el
financiamiento, y la
inversión, así como del turismo, coyunturalmente afectado por elementos
fuera de control y por la inseguridad que proyectan atentados como el
que hirió al astro beisbolero David Ortiz.
Aunque el continuismo es una maldición
desde el origen de la República Dominicana, hay mil razones para que la
racionalidad recomiende al presidente Medina que se abstenga de hacer lo
que nunca se ha hecho, reformar dos veces consecutivas la Constitución
en aras de su propia reelección. Mucho más si el esfuerzo es tan agónico
que tiende a desbaratarlo todo y a generar una profunda crisis de
gobernabilidad.
El único factor que se ha querido
presentar en las últimas semanas como incentivo para que el presidente
embarque el país en la peligrosa aventura continuista es el apoyo que le
han expresado algunos empresarios, y que se ha vendido como expresión
del sector. Pero la lectura de las informaciones y los editoriales,
artículos y comentarios publicados por los periódicos, obligan a repensar si tal apoyo es vigoroso y generalizado.
Hay suficientes señales de que la
aventura continuista divide hasta a los empresarios y que la mayoría
comparten las mismas incertidumbres y preocupaciones del conjunto social
y lo que han expresado las encuestas con un rechazo de hasta el 70 por
ciento. Que lean el comunicado publicado este lunes por la Fundación
Institucionalidad y Justicia para que lo comprueben. La FINJUS, un
órgano del gran empresariado, por alguna razón consideró necesario
reiterar su rechazo a la reforma constitucional, que ya había expresado
antes en varias oportunidades. Y alerta sobre sus “dramáticas
repercusiones sobre la vida social, económica e institucional”, así como
también sobre la “estabilidad democrática de las instituciones”.
Danilo Medina dijo en agosto que ya
tenía su decisión y que la haría pública en febrero, hace dos meses
estimó que estaba próximo el día, y el lunes que “casi casi”. Se le
acaba el tiempo Presidente. Póngale atención al Eclesiastés.-
0 comentarios:
Publicar un comentario